Apoyando la innovación en el corazón del mundo legal
Bird & Bird puede remontar sus orígenes a 183o cuando William Frederick Wratislaw Bird llegó a Londres desde la región central de Inglaterra para cualificarse como abogado.
Tras asociarse brevemente con William Fisher y con James Moore, el joven William Bird se encontró a si mismo liderando el creciente Bird & Moore en el complejo legal de Gray’s Inn, el corazón del mundo legal inglés en una época en que el sistema legal inglés empezaba a reformarse.
William claramente prosperaba en los retos de este ambiente acelerado en tanto que el despacho se centraba en ayudar a aquellos que se beneficiaban de la expansión industrial de Inglaterra. Creció rápidamente y en 1875, su hijo William Barrott Montford Bird se incorporó al despacho. Los siguientes nueve años, padre e hijo trabajaron juntos hasta que en 1884, William padre se retiró, dejando a su hijo al cargo.
El joven William Bird era una figura formidable que construyó una sólida clientela en dos de las tecnologías más importantes de la época – la minería de carbón y la fabricación de hierro –, y a quien en 1981 se le une Edmund Storode.
Reflejando el enfoque del despacho hacia las industrias innovadoras, en 1898 consiguió su primer caso de patentes para la compañía Eastman Photographic Materials Company, protegiendo el papel fotográfico Silo, en un movimiento que fue sin duda un síntoma temprano del enfoque del despacho hacia la protección de la propiedad intelectual e ideas de sus clientes.
La pasión por proteger los intereses de los clientes ayudó a cimentar la reputación del despacho y William Bird se convirtió en uno de los principales abogados del panorama legal londinense, valorado por su entendimiento comercial y su afinado talento legal. Fue asignado al consejo del Williams Deacons Bank, hoy parte de The Royal Bank of Scotland, y numerosas empresas del ámbito del hierro y acero que conformaron el éxito de la época victoriana tardía, la llamada época dorada. Se convirtió en High Sheriff de Sussex, miembro del Parlamento de Chichester y, como consecuencia de su compromiso con la tecnología así como por establecer una de las primeras compañías de bombillas eléctricas – una compañía que hoy en día es una marca de uso doméstico y aún cliente. Le fue concedida la Orden de Caballero por otorgar becas que permitían a los graduandos en ciencias continuar con sus investigaciones.